Para quienes servimos a Dios o aspiramos a hacerlo, hablar de fe es muy fácil. Recitamos de memoria Hebreos 11:1. Podemos elaborar devocionales, reflexiones y hasta pontificar sobre el tema. Lo complejo del asunto es cuando nos toca vivenciar esa fe, llevarla a la práctica. En ese punto, muchos cristianos llegan a la crisis. Sencillamente no saben cómo actuar.
Lo complejo es que somos usted y yo quienes transferimos la fe a nuestra familia. Y si nosotros mismos nos dejamos gobernar por la duda o la incertidumbre, no podemos esperar grandes resultados.
¿Transferir la fe a la familia es posible? Por supuesto que sí. Compartimos con usted una reflexión del autor cristiano Joel Osteen:
Mi deseo es hablar de fe para sembrarla en la vida de los demás, animándoles cuando estén desanimados, promoviendo la generación de semillas de grandeza, las que Dios ha plantado en su interior, asegurándoles que lo mejor está por venir…” (Joel Osteen. “Este es tu momento”. Editorial Free Press. 2009. EE.UU. Pg. 5)
La fe es el motor que nos ayuda a creer que todo puede ser diferente en la esfera personal y familiar, aun cuando las circunstancias digan lo contrario.
La fe es la que nos concede el valor para superar los obstáculos. Fe para que lo imposible se haga posible. Es la fe que necesitamos y que Dios nos concede diariamente.
Pero, preste atención: A menos que usted mismo viva esa fe por encima de las circunstancias, no podrá transferirla. No serán contagiados con ella ni su cónyuge ni sus hijos.
DECÍDASE A CONTAGIAR LA FE EN SU FAMILIA
¿Es consciente de que las actitudes se contagian? Si es una persona amable, que saluda, que da gracias, que expresa amor o quizá, es solidaria, su cónyuge y sus hijos terminarán asumiendo esos patrones de comportamiento. A partir de ahí, la influencia seguirá hasta irradiar su círculo de influencia.
Sobre esa base que tiene fundamentos científicos y que avala la sicología moderna, nuestras actitudes negativas también afectan a quienes nos rodean, comenzando por las personas que comparten el hogar con nosotros.
La decisión sobre qué tipo de influencia ejercemos y las actitudes que fortalecemos en nuestra vida familiar, es nada más que suya.
En ese orden de ideas hay una prioridad: contagie a su cónyuge e hijos de alegría, fe, confianza, amor, comprensión, tolerancia y de los valores que fortalecen nuestra vida en todos los órdenes.
Al respecto el autor y conferencista internacional, Norman Vincent Peale, escribió:
Muchos están ya de vuelta, y han descubierto que el entusiasmo espiritual se suma a la verdadera vitalidad de la vida. Una razón para esta nueva forma de pensar que ha invadido a la nación entera es que nos hallamos inmersos en una auténtica revolución, que ha de aportar enormes beneficios de libertad, esperanza y bienestar a millones que, por desgracia, llegaron a pensar que lo único que podían conocer era el mundo negativo y descorazonado al que le había acostumbrado durante tanto tiempo.” (Norman Vincent Peale. “Hacia el éxito por el entusiasmo”)
Cuando vamos a las Escrituras nos encontramos con las palabras del apóstol Pablo quien escribió 1 Tesalonicenses 5:16-18. Léalo. A continuación, describa sus conclusiones:
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Observe detenidamente el texto. Nos deja claro que ser hombres y mujeres de fe, con una actitud positiva, no depende de Dios sino de nosotros. Es un proceso en el que debemos tomar parte activa, disponer nuestro corazón, dejar que el Señor tome en sus manos todo aquello que nos roba la paz interior.
Hoy es el día para tomar una decisión, la de ser felices, con ayuda de Dios pero—de otra parte—de contagiar a su familia con la fe.
EN EL PROCESO DE CONTAGIAR LA FE, ORAR ES CLAVE
Si nos hemos fijado la meta de contagiar a nuestra familia con la fe, es importante que oremos en esa dirección.
Contagiar a la familia con la fe es un proceso. Demanda perseverancia. Y para dar solidez a esa transformación, reviste particular importancia que sigamos clamando por nuestro cónyuge e hijos, para que Dios toque sus corazones, los transforme y, además, los lleve a desarrollar intimidad con Él.
Cito aquí al apóstol Pablo cuando escribe a los creyentes de Éfeso:
Desde que me enteré de su profunda fe en el Señor Jesús y del amor que tienen por el pueblo de Dios en todas partes, no he dejado de dar gracias a Dios por ustedes. Los recuerdo constantemente en mis oraciones y le pido a Dios, el glorioso Padre de nuestro Señor Jesucristo, que les dé sabiduría espiritual y percepción, para que crezcan en el conocimiento de Dios. ” (Efesios 1:15-17. NTV)
Si deseamos una familia donde florezca la confianza en Dios y que intimen con Él, reviste singular importancia que nosotros mismos no dejemos de orar.
No se desanime. Persevere. Su familia podrá desarrollar un alto nivel de fe, como el que quizá usted mismo está experimentando hoy.
Reuber Archer Torrey, quien marcó generaciones enteras, asegura que:
El ministerio de la intercesión es un ministerio poderoso y lleno de gloria, y todos podemos participar en él… Pero, por supuesto, para mantener ese espíritu de oración constante, debemos dedicarle tiempo, mucho tiempo, cuando nos aislamos en un lugar secreto a solas con Dios solo para orar.” (R.A. Torrey. “Cómo orar-Secretos de la oración para un buscador sincero”. Editorial Peniel. Buenos Aires. 2006. Pg. 15)
Nuestro amado Salvador Jesucristo nos dio un ejemplo. Era el primero en estar en pie, para irse a buscar al Padre en oración, e incluso cuando terminaba la jornada, por muy cansado que estuviera (Marcos 1:35; Lucas 6:12)
Tenga presente que su crecimiento en la fe terminará por impactar a su familia. Les llevará a experimentar cambios significativos, especialmente en su dependencia y confianza en Dios. Una familia donde Dios reina, donde la fe crece cada día, es una familia llamada a tener la victoria en todo cuanto emprenden.
A LA FE, SUME INVERSIÓN DE TIEMPO EN LA FAMILIA
Infinidad de familias enfrentan diariamente el distanciamiento con los hijos que puede, a largo plazo, producir malas relaciones interpersonales. Igual cuando ese progresivo alejamiento se da con el cónyuge.
Uno de los patrones comunes en Los hogares donde se comparte muy poco tiempo, es el comportamiento de los hijos marcados por la rebeldía, la desobediencia y hasta las heridas emocionales que se producen en la vida de adolescentes y jóvenes.
¿Hay oportunidad de resolver este problema? Sin duda que sí. Las Escrituras nos brindan sobre pautas sencillas que ayudarán a fortalecer la relación de padres e hijos.
Nadie más que nosotros, en nuestra condición de padres, definimos la importancia de pasar tiempo con los hijos. No son ellos quienes pueden incluir esos espacios en nuestra agenda. En ese orden de ideas, su decisión y la mía son muy importantes.
Hoy día cada quien busca vivir para sí mismo. Hay egoísmo, en padres e hijos. Todo es estructural: Si formamos hijos que aman a su familia, ellos amarán el hogar.
En esencia, la familia es un espacio de crecimiento.
Por favor, tome nota de las siguientes ideas que son esenciales en el proceso:
1.- El hogar no es un espacio físico sino allí donde somos esperados por quienes nos aman: ______________________.
2.- __________________ en la familia no nos amarán por nuestras cualidades sino por lo que somos.
3.- _____________________ comienza cuando reconocemos que hemos fallado.
4.- Darle tiempo de calidad a nuestra familia es ___________________.
5.- La familia la edificamos a partir del ____________.
6.- El trabajo es importante pero jamás debe ______________________.
La crisis que vive hoy el núcleo familiar gira alrededor del hecho de no valorar ese espacio y, además, no prodigarles tiempo, el que se merecen.
La solución entonces se orienta en dos direcciones:
- Evaluar qué significa para nosotros la familia.
- Comprometernos a pasar más tiempo con la familia.
A nuestro cónyuge e hijos no solo hay que proveerles económicamente, sino también, con tiempo de calidad.
El autor y conferencista, Todd Duncan, escribe:
Trabajar no es vivir. El dinero es vida primero, y dinero después. Más trabajo suele significar menos vida; menos trabajo, más productividad y eficiencia, suelen significar más vida. La forma en que utilizo mi tiempo importa profundamente e impacta mi auto estima, mi identidad y mi realización.” (Todd Duncan. “La trampa del tiempo”. Grupo Nelson. 2004. EE.UU. Pg. 29)
Reevalúe a qué le invierte más tiempo: a sus ocupaciones o a su círculo familiar. Puedo asegurarle que una respuesta sincera y aplicar correctivos, traerá como consecuencia un mejoramiento en su calidad de vida y la de quienes le rodean.
RESPUESTAS A LA LECCIÓN Nro. 7
A continuación, encontrará las palabras o frases que requiere para llenar los espacios en blanco que aparecen en la Lección de hoy:
A la fe, sume inversión de tiempo en la familia
1.- El cónyuge y los hijos.
2.- Si invertimos tiempo
3.- El proceso de transformación
4.- Nuestra responsabilidad.
5.- Ejemplo.
6.- Robar tiempo a la familia.
© Fernando Alexis Jiménez – Entrenador del Instituto Bíblico Ministerial de la Misión Edificando Familias Sólidas (Colombia)